En nuestra vida cristiana, existe una persona que siempre está ahí, presente a nuestro lado, a pesar de que muchas veces no la notemos. Su presencia es constante y silenciosa, a la vez que sumamente activa, dinámica y efectiva. Se trata de María nuestra Madre.
No son pocas las personas que no llegan a entender el papel de María en su vida como cristianos, y que no comprender que el amor que le profesamos no es sólo una devoción más o un mero acto de piedad. Es algo muchísimo más hondo, más intenso, más rico. Y es así, por la intima relación que existe entre la Madre y el Hijo. Unión tan profunda como misteriosa. Como ocurre con todo misterio, nuestras palabras y categorías se quedan cortas en su intento de penetrarla. A pesar de ello, intentamos ahondar en el misterio de María, la Madre del Señor y Madre nuestra.
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