Cuando Dios creó todas las cosas, dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Tomó un poco de barro e hizo una hermosa estatua. Pero era algo muerto, sin vida: tenía ojos pero no veía; oídos pero no oía; boca pero no hablaba; manos y pies pero no caminaba (Gen 1: 26-27; 2:7-23). Entonces el SEÑOR sopló el espíritu de vida en el rostro de esa estatua, es decir, creó el alma y la introdujo en ella la cual se convirtió en un hombre vivo. Es el primer hombre, a quien Dios le puso el nombre de Adán, que significa: "hecho de la tierra". El SEÑOR no quiso que viviera solo; decidió darle una compañera para que lo ayudara, que fuera semejante a él, y entonces le mandó a Adán un profundo sueño y, mientras él dormía, le sacó una costilla, y con ella hizo a la mujer. Adán le dio a la mujer el nombre de Eva que quiere decir "madre de todos los hombres".
El hombre es imagen y semejanza de Dios, no en cuanto a su cuerpo sino a su alma, que es la parte más noble y la que hay que tratar con más cuidado. El alma es la imagen de Dios. Dios es espíritu purísimo; el alma también es espíritu . Dios es inmortal; el alma jamás morirá. Dios es infinitamente sabio, conoce y sabe todo; también el alma es inteligente, conoce y sabe muchas cosas. Dios, con su libre voluntad, creó el mundo y lo conserva continuamente; el alma, con su voluntad, mueve las facultades para obrar.
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