La figura de Moisés nos ofrece la oportunidad de mirar hacia la vida de intimidad con Dios(“entra en tu casa para habitarte a ti mismo. Y deja entrar a Dios para ser habitado por él”–Enarraciones sobre los salmos 131, 12-) y enriquecerla desde su experiencia de amigo de Dios (“esta relación y este título nuevo y peculiar son una consagración con la que el Señor vincula Más íntimamente consigo a los llamados” –Const 31). Esta aparente referencia no es casual, tiene significatividad y, tal como lo indica el Plan trienal, da margen para la reflexión y para la profundización sobre nuestro carisma.
En más de una ocasión se ha hecho referencia a la imagen de Moisés como el hombre llamado y comprometido en la misión a la que Dios le llama pero todo ello es una imagen muy unilateral hasta el punto que no entramos en la verdadera dimensión de este hombre providencial en la historia de la salvación.
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